La sexualidad es un rasgo inherentemente humano, un aspecto extremadamente importante y a menudo descuidado en la atención a pacientes y supervivientes de cáncer.
La sexualidad comprende múltiples dominios, y todos ellos se resienten por causa del cáncer y su tratamiento. Por ejemplo, las preocupaciones sobre la salud reproductiva y sexual se encuentran entre los aspectos más comunes y angustiosos de la supervivencia al cáncer.
La posibilidad de tener hijos biológicos es importante para muchos supervivientes de cáncer en edad reproductiva. Sin embargo, los tratamientos contra esta enfermedad pueden amenazar la fertilidad futura y tener un importante impacto en sus vidas.
Además, al menos la mitad de las mujeres supervivientes experimentan problemas de salud sexual después del cáncer. Satisfacer las necesidades cambiantes de información, médicas y de salud mental de los supervivientes, a lo largo del tiempo, podría tener un impacto positivo sustancial en sus relaciones y calidad de vida.
Y aun así, a pesar de la importancia de la salud sexual, todavía representa una necesidad insatisfecha en todo el mundo.
Por ejemplo, la disparidad geográfica en la atención de la salud sexual a mujeres con cáncer se extiende más allá de las cuestiones relacionadas con los síntomas genitourinarios de la menopausia y el placer sexual; sino que también hacia las necesidades de las minorías sexuales y de género.
Atención sanitaria
Los oncólogos deben preguntar acerca de los problemas de salud sexual en el momento del diagnóstico y durante el seguimiento. La incorporación de la salud sexual como una revisión de rutina de los sistemas o una evaluación estandarizada, es una forma de plantear estas preocupaciones.
Las preocupaciones sobre la sexualidad no son únicamente para que las aborden los oncólogos. Dados los muchos dominios en los que el cáncer y el tratamiento pueden afectar la sexualidad, un equipo multidisciplinario que incluya urólogos, uroginecólogos, ginecólogos, fisioterapeutas del piso pélvico, profesionales de la salud mental y terapeutas sexuales, entre otros, puede satisfacer mejor las necesidades de las personas que padecen este problema.
También para las minorías sexuales y de género, las preocupaciones sobre la sexualidad deben ser parte de su atención del cáncer, y esto comienza con el reconocimiento de su identidad. Las instituciones deben permitir la recopilación de datos de orientación sexual e identidad de género y trabajar para convertirse en un entorno amigable para todas las personas a las que atienden, incluida esta población.
Efectos del tratamiento del cáncer en la función sexual
La salud sexual se puede entender a través de una lente biopsicosocial, en la que todos los factores biológicos, psicológicos y sociales juegan un papel.
Algunas cirugías y tratamientos pueden tener muy poco efecto sobre la sexualidad, el deseo sexual y la función sexual de una persona. Otros pueden afectar el funcionamiento de una determinada parte del cuerpo, cambiar los niveles hormonales o dañar la función nerviosa que puede causar cambios en la función sexual de una persona.
Ciertos tipos de tratamientos tienen efectos secundarios como fatiga, náuseas, problemas intestinales o de la vejiga, dolor y problemas de la piel u otros cambios en la apariencia que pueden causar problemas con la sexualidad. Algunos problemas sexuales mejoran o desaparecen con el tiempo, pero algunos son duraderos y pueden padecerse toda la vida.
Abordar la pérdida del deseo
La pérdida del deseo sexual, o la falta de motivación para participar en la actividad sexual, ocurre comúnmente después del tratamiento y es una fuente común de angustia notable.
Cuando pensamos en los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer, lo primero que nos viene a la mente suele ser la caída del cabello y las náuseas, no la pérdida de interés y deseo sexual.
Sin embargo, el bajo deseo sexual es un efecto secundario frecuente del tratamiento oncológico, aunque no se suele hablar de él fuera de la comunidad médica, lo que provoca que muchos pacientes se sorprendan al descubrir que su libido se ve afectada por el tratamiento del cáncer.
No todos los fármacos y tratamientos provocan una disminución del deseo sexual, pero muchos sí. El tratamiento del cáncer ginecológico, de próstata y de testículos, en particular, puede causar problemas de libido, pero los fármacos de quimioterapia y otros medicamentos para otros tipos de cáncer también pueden causar un deseo sexual bajo.
Causas
La libido humana es compleja y en ella influyen muchas cosas, desde los cambios físicos hasta el estado emocional.
Tres causas comunes del bajo deseo sexual durante el tratamiento del cáncer son:
Efectos secundarios de los fármacos: Durante el tratamiento contra el cáncer, la disminución de la libido suele deberse a la medicación prescrita. La quimioterapia, la terapia hormonal y otros tipos de fármacos son conocidos por causar una libido baja. Los efectos secundarios como las náuseas, los vómitos y la fatiga también pueden inhibir el deseo sexual.
Efectos secundarios del tratamiento: En el caso de las mujeres, la radioterapia en la pelvis puede provocar sequedad vaginal grave, disminución de la producción de lubricación vaginal, así como el acortamiento y estrechamiento de la vagina, lo que puede provocar, a su vez, relaciones sexuales dolorosas. Aunque no afecte directamente al deseo sexual, puede hacer que las relaciones sexuales sean tan incómodas que se pierda el interés.
Imagen corporal: Los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer, como la caída del cabello y la pérdida o el aumento de peso, pueden afectar a la imagen corporal, dejándo al paciente con una baja autoestima. Si no se siente a gusto con su aspecto físico, es posible que sienta aprensión hacia la intimidad sexual. Esto es completamente normal y tanto hombres como mujeres pueden desarrollar problemas de autoestima que afectan directamente a su libido.
Cómo afrontarlo
Tener una libido baja no suele ser un efecto secundario permanente del tratamiento del cáncer, y puede controlarse. En algunas personas, la libido vuelve a la normalidad una vez finalizado el tratamiento.
Algunas personas con ciertos tipos de cáncer (cáncer ginecológico, cáncer de próstata y cáncer testicular) pueden necesitar intervención médica para ayudarles a aumentar su deseo sexual. Las mujeres con cáncer de mama que toman terapia hormonal pueden seguir teniendo una disminución de la libido incluso después de la quimioterapia.
Una vez más, los efectos secundarios varían de una persona a otra y no todo el mundo puede experimentar lo mismo durante o después del tratamiento.
Estrategias que pueden ayudar
Comunícate con tu pareja: Mantener en secreto tu falta de interés por el sexo puede hacer que tu pareja se sienta rechazada y no sepa por qué ya no deseas mantener relaciones sexuales. Comunicarse abiertamente sobre la intimidad puede fortalecer vuestra relación y ayudaros a encontrar formas creativas de mantener la intimidad de diferentes maneras.
Mantén informado a tu médico: Además de tu pareja, la primera persona con la que deberías hablar de los efectos secundarios sexuales es tu médico. Puede parecer un tema insignificante o incluso egoísta hablarlo con el oncólogo cuando tu vida está en juego, pero los profesionales sanitarios comprenden, en su mayoría, la importancia de la intimidad sexual durante el tratamiento del cáncer. Tu oncólogo puede recetarte medicación para combatir los efectos secundarios del tratamiento que puedan estar provocando tu pérdida de deseo.
Aléjate de los suplementos de hierbas: No es recomendable que decidas tomar suplementos por tu cuenta. Existen muchos suplementos a base de hierbas en el mercado que afirman aumentar la libido de forma natural, pero pueden interactuar con el tratamiento contra el cáncer y causar efectos adversos. Consulta siempre a tu médico acerca de tomar cualquier medicamento de venta libre durante el tratamiento contra el cáncer, incluidos los suplementos a base de hierbas y las vitaminas.
Fomenta una autoestima sana: Si tu pérdida de interés por el sexo está relacionada con problemas de autoestima, existen varias formas de fomentar una autoimagen saludable. Puedes considerar la posibilidad de practicar técnicas de relajación, visualización o afirmaciones diarias destinadas a reforzar la confianza en uno mismo. Sé amable contigo y toma nota de todas las formas en las que tu cuerpo te ha ayudado. Para algunas personas, la pérdida de cabello o las cicatrices pueden contribuir en gran medida a la baja autoestima. Siéntete libre de explorar opciones de pelucas, sombreros, postizos, maquillaje -o no-, escucha tu voz interior y haz lo que te haga sentir en paz.
Busca la ayuda de un profesional cualificado: Acudir a un sexólogo puede ser beneficioso durante y después del tratamiento. Un terapeuta sexual es una persona especialmente formada para identificar y tratar los obstáculos que impiden una vida sexual sana. Estos terapeutas también están capacitados para ayudar a las personas que sufren de libido baja debido a razones médicas.
Cáncer y sexualidad en pacientes de minorías sexuales y de género
En aras de la claridad, las personas que se definen a sí mismas como lesbianas, gays, bisexuales, trans o queer son denominadas “minorías sexuales y de género”.
Los miembros de esta comunidad han reportado que existe una falta de conocimiento por parte de los profesionales de la salud sobre sus necesidades de atención médica, con la mayoría de los datos en oncología centrados en la detección y prevención del cáncer. Añaden, además, que la información a menudo no se brinda de una manera amigable para el paciente y están sujetos a hostilidad y discriminación a nivel estructural y sanitario.
Para las personas transgénero, la situación es sustancialmente peor, en particular porque las pruebas de detección anatómicas (p. ej., exámenes de próstata y mamografías) pueden ser traumáticas debido a la posible no identificación con algunos órganos como parte de su identidad.
El cribado del cáncer de próstata está especialmente cargado de riesgos; por ejemplo, es posible que las mujeres trans no se sientan cómodas con la detección del antígeno prostático específico.
La sexualidad de las mujeres lesbianas tratadas por cáncer no ha recibido mucha atención. Un aspecto importante de esta incipiente investigación es la necesidad de cuestionarios que capturen adecuadamente la experiencia de salud sexual estas mujeres. Por ejemplo, un cuestionario ampliamente utilizado, el Índice de Función Sexual Femenina, fue considerado demasiado limitado y heteronormativo por mujeres lesbianas, con un énfasis en el desempeño sexual que estaba particularmente orientado a los hombres.
La recopilación rutinaria de datos sobre la identidad de género en los registros hospitalarios es de suma importancia para los oncólogos ya que, la incapacidad de recopilar datos sobre orientación sexual e identidad de género, hace que sea casi imposible evaluar los resultados del tratamiento y posteriores al tratamiento en esta población y explicar las disparidades que enfrentan estas personas.
Brindar opciones y permitir que ellos respondan les brinda a todos la oportunidad de auto identificarse y ser incluidos en estudios posteriores que buscan comprender sus experiencias.
Más allá de la recopilación de datos, los oncólogos pueden trabajar hacia un entorno más inclusivo de varias maneras tangibles, como:
- Materiales educativos
- Carteles inclusivos en las salas de espera
- Educar a su personal sobre las estrategias de comunicación
- Brindar rutinariamente la oportunidad para que todos los pacientes revelen su orientación sexual e identidad de género, ya sea mediante un formulario autoadministrado o una consulta directa como parte de la visita médico-paciente.
- Adoptar el uso de pronombres personales y preguntar sobre los pronombres preferidos de sus pacientes para mostrar respeto por el individuo.
Conclusión
Se debe destacar la sexualidad como una necesidad insatisfecha entre las personas diagnosticadas con cáncer.
Además, las preocupaciones sobre la sexualidad son relevantes independientemente de la orientación sexual y la identidad de género.
Es necesario hacer más para incluir a todas las personas en nuestros paradigmas de atención sanitaria, y esto comienza con permitirles identificarse a sí mismos y ser contados.