Desde antiguo es conocida la frase, “El mundo entra por los ojos”.

Y parece cierto que no existe ningún sentido, ningún órgano sensorial que capte con tanta fuerza la realidad como la visión.

La vista nos ofrece al otro como cuerpo en el espacio. Con sus ademanes y movimientos. Nos lo resume. Vamos a tenerlo en una síntesis total. Cuando nos acercamos, se descubren los matices de su cuerpo y rostro.

Ahora bien, siendo la vista el sentido más importante, tiene un aliado, la imaginación. En ella residen imágenes que en determinados momentos son puestas en marcha y hacen navegar desde tierra por mares insospechados.

Una mujer semi vestida es mucho más excitante que desnuda. Y lo es, porque al tener cubierto parte o la totalidad de su cuerpo, necesita que el hombre imagine, descubre, invente lo que no ve. Hay en esa operación un ejercicio mental muy interesante.

Sentidos y sexualidad: Tacto, vista e imaginación

En cuanto al tacto, coger la mano de la persona amada al principio de esa relación es una de las emociones más tiernas que existen. En ese contacto se da una corriente afectiva y corporal intensa. Que naturalmente se asocia a la mirada, al lenguaje, al silencio y a todo ese conjunto de elementos que constituyen la comunicación entre dos personas.

Las caricias, los mimos, el silencio, van creando el clima necesario para que la comunicación sexual alcance su cúspide. En el acto sexual no sólo están presentes los sentidos exteriores o interiores, sino lo que un es y lo que uno entiende por existencia personal. Esa es su grandeza.

El preámbulo de todo lo sexual

El acto sexual se inicia en la ternura, que es como una atención delicada y sutil a través de la cual dos personas se miran, se observan, se detienen la una en la otra. La ternura es afectividad fina y delicada, en donde los modales muestran la mejor versión sentimental que uno lleva dentro.

Esa debe ser la antesala desde donde parte el encuentro de la pareja que culminará en la relación sexual final. El principal elemento de la ternura son las caricias. Que no son otra cosa que mimos, gestos suaves y tacto atento que se mueve en torno al beso, primero lento y parsimonioso y después apasionado y vibrante.

Las caricias y los besos se funden con las palabras. Se inicia otro lenguaje, cobrando especial relieve la superficie externa de la piel, pues su estímulo erótico es muy importante. La piel en toda su extensión, y las mucosas, van a tener una dimensión calve. A través del tacto se produce una progresiva excitación, que en ocasiones puede ser muy rápida.

Sería interminable hacer una calificación topográfica de las caricias. Las zonas y las formas en que se van produciendo son tan ricas y variadas que es imposible hacer un inventario de las mismas. El hombre psíquicamente sano expresa su amor dentro de ese marco múltiple. Es muy recomendable dar rienda suelta a nuestra imaginación, dejarse llevar y experimentar junto a nuestra pareja, los placeres de la sexualidad.

La diversión del descubrimiento

En la geografía sexual del cuerpo humano existen muchas zonas erógenas que pueden despertarla respuesta sexual al recibir un estímulo directo mediante caricias, besos, roces y mordiscos. La mayoría de los adultos experimentados en el plano sexual saben cuáles son las principales zonas erógenas, como los labios, los senos y el clítoris de la mujer, y los labios y el pene del hombre. Pero un amante cariñoso dedicará tiempo a localizar las zonas placenteras más secretas del cuerpo de su pareja.

El cuerpo de nuestra pareja es un organismo completo e integrado en el que cada centímetro merece atenciones y caricias amorosas, y no un mapa con zonas específicas delimitadas de excitación erótica.

Las zonas erógenas varían de una persona a otra, por lo que el juego previo es la mejor manera de descubrir los lugares más erótico-sensibles del cuerpo de tu pareja, mediante la mutua exploración de la cabeza a los pies, con amor, cariño y sensibilidad.

No temas preguntar a tu amante cómo y donde prefiere las caricias, ni qué tipo de estimulación le resulta más placentero. Igualmente, es muy importante conocer más cosas acerca de tu propio cuerpo, siendo un descubrimiento variable y progresivo.

Los juegos de caricias y las técnicas de masaje sexual son formas excelentes de familiarizarse con las respuestas y necesidades físicas de cada uno, en tanto que la estimulación táctil del sistema sensorial de la piel intensificará sus reacciones erógenas.

Sentidos y sexualidad: Tacto, vista e imaginación

¡Vamos a divertirnos!

Las respuestas a la estimulación erótico-táctil son distintas en el hombre y en la mujer. Las mujeres necesitan más caricias en el cuerpo para llegar a la excitación sexual y normalmente son más sensibles a las sensaciones dérmicas que los hombres.

Existe un condicionamiento cultural donde “en las mujeres se fomenta el disfrute de toda su sexualidad, mientras que los hombres se centran meramente en su sexualidad genital.”

Los hombres que experimenten y disfrute de un enfoque más suave y sensual en la relación amorosa descubrirán el placer y el erotismo que conllevan las caricias en todo el cuerpo.

Ambos sexos responderán bien a las caricias amorosas en las siguientes partes del cuerpo: cabeza y rostro, cuello y hombros, vientre y ombligo, perineo, piernas y muslos, pies y dedos, etc.

Algunos detalles a considerar

  • Señales amorosas. En el arte de la relación sexual, tan importantes son las palabras de amor, los elogios y la afirmación, una mirada de aprecio en los ojos, la paciencia y la comprensión de la sexualidad exclusiva de tu pareja, como tu conocimiento de sus zonas erógenas.
  • Perfecta sintonización sexual. Sintonizar con tu pareja es como aprender a tocar un instrumento musical. Tienes que ser sensible a sus matices.
  • La diversión del descubrimiento.
  • El cuerpo es una zona potencial de placer que te divertirá explorar.
  • Roce sexual. Mordisquear las áreas delicadas del rostro es muy sensual. Incluye las orejas, la nariz y los labios.
  • Besos apasionados. Roza y mordisquea sus labios con la lengua, y besa suavemente su boca, dejando que aumente la pasión, antes de introducir la lengua.
  • Caricias con la lengua. Acaricia el vientre mientras lo cubres lentamente de besos amorosos y a continuación pasa la lengua alrededor del ombligo.
  • Mordiscos juguetones. Los mordiscos en los pies pueden ser divertidos y, centrándose especialmente en el dedo gordo, un poderos excitante.
  • Caricias en los pezones. Con la punta de la lengua rodea la areola, la zona oscura pigmentada en torno a los pezones. Succiona suavemente el pezón y a continuación sube y baja la lengua sobre la punta.
  • Caricias en la parte posterior del cuerpo. Aplícale caricias largas, lánguidas y afectuosas en los hombros y en la columna vertebral antes de pasar a la parte interna de las piernas.

Y ahora os dejo para que lo pongáis en práctica, diversión asegurada.


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