Las conductas de riesgo difieren según el sexo del adolescente que tuvo relaciones sexuales involuntarias; contrariamente a lo previsto, es frecuente la participación de niñas en peleas y la bulimia en los niños afectados.

En EE.UU, describen los autores, entre el 7% y el 17% de los adolescentes y adultos jóvenes informan haber tenido relaciones sexuales no voluntarias; alrededor del 20% de las mujeres adultas y entre el 5% y el 10% de los hombres adultos sufrieron durante su infancia o adolescencia algún tipo de abuso sexual, mientras que en los universitarios entre el 5% y el 28% de las mujeres sufrieron violación y el 22% de los varones vivieron experiencias sexuales forzadas antes de los 16 años.

La actividad sexual no deseada durante la infancia y la adolescencia, señalan los expertos, está asociada con trastornos psicológicos severos, que incluyen baja autoestima, conductas depresivas e ideación o intento de suicidio. Además, las personas afectadas abusan con mayor frecuencia del alcohol y las drogas y suelen mantener posteriormente relaciones sexuales sin protección; en algunos estudios, agregan, se sugirió que pueden existir trastornos de la alimentación.

De acuerdo con otros investigadores, las conductas de niños y niñas difieren; los primeros suelen exteriorizar sus trastornos mediante agresión, crueldad, delincuencia e hiperactividad, mientras que las segundas tienen conductas más introvertidas, como depresión, ansiedad y trastornos somáticos.

No obstante, estos resultados fueron obtenidos con un bajo número de casos, y en este estudio, los autores analizan una población mucho mayor. Los expertos encuestaron a 21.297 cursantes de la escuela secundaria en 79 instituciones públicas y privadas de la ciudad de Vermont (la gran mayoría, de 12 a 18 años). A partir de las respuestas anónimas se identificó a 7.884 escolares con actividad sexual, 3 931 mujeres y 3 953 varones. En el cuestionario se evaluaron variables demográficas y factores indicadores de suicidio, violencia, abuso de sustancias, comportamiento sexual, embarazo y control del peso.

Conductas de niños que tuvieron relaciones sexuales forzadas

Entre las niñas con actividad sexual, señalan, el 33.5% había participado en peleas y el 42.5% había pensado en suicidarse en los últimos 12 meses, mientras que el 10.4% había portado un arma en los últimos 30 días. El 58.7% había fumado cigarrillos y el 45.4%, marihuana, en los últimos 30 días; y el 69.8% había bebido alcohol, el 45.2% en gran cantidad (más de 4 copas en una sola vez) en los 30 días previos. La edad promedio de iniciación sexual fue de 14.3 ± 1.5 años, y los años promedio de actividad sexual, de 1.8 ± 1.4 años. La mitad de las mujeres, agregan, no habían utilizado preservativos en su última relación sexual, y casi el 30% había consumido drogas o alcohol antes de mantenerla. Más del 30% (1.192) informó haber sido forzada o presionada para tener relaciones y las que tenían estos antecedentes presentaban mayor probabilidad de haber estado involucradas en peleas, haber pensado seriamente en el suicidio, no utilizar preservativos en sus relaciones sexuales, haber tenido 1 o más embarazos y tener más años de actividad sexual.

En cuanto a los varones con actividad sexual, el 53.7% había participado en peleas y el 38.5% había portado armas en algún momento, mientras que el 31.3% había pensado en el suicidio. El 54.2%, prosiguen los autores, había fumado cigarrillos y el 52.7%, marihuana, en tanto que el 73% había consumido alcohol, el 57.1% en gran cantidad. En comparación con las niñas, los niños refirieron haber comenzado la actividad sexual en forma más precoz y haber tenido mayor número de parejas. El 5.1% de los niños informaron al menos una pareja masculina en los últimos 3 meses. Los niños utilizan con mayor frecuencia preservativos, mientras que un tercio de los seleccionados señalaron haber mantenido relaciones luego del consumo de alcohol o drogas, y casi el 10% fueron responsables de un embarazo. Casi el 10% informó haber sido presionado o forzado para tener relaciones; los factores de riesgo en este subgrupo fueron similares a los informados para las niñas. También fueron más frecuentes en este subgrupo los niños con más de 3 parejas (masculinas o femeninas), así como los vómitos y el uso de laxantes.

En este estudio, los expertos exploraron las diferencias de conductas entre niños y niñas con actividad sexual. Los resultados obtenidos no concuerdan totalmente con el concepto de que las niñas agredidas sexualmente exhiben conductas introspectivas, ya que la participación en peleas fue más frecuente en ellas. Por otra parte, los niños con antecedentes de presión sexual mostraron 3.44 veces más probabilidades de utilizar purgantes que otros niños con actividad sexual. Como también fuera indicado en otros estudios, los resultados de este trabajo demuestran que los niños con actividad sexual exhiben conductas de riesgo sexual y de abuso de drogas con mayor frecuencia.

Este estudio, reconocen los autores, tiene varias limitaciones. En primer lugar, como los datos fueron recolectados entre los que se hallaban presentes en el colegio el día de la encuesta, la proporción de adolescentes con riesgo sexual y abuso de drogas puede haber sido subestimado, ya que ambos comportamientos están relacionados con mayor absentismo y abandono escolar. Además, considerando las características del tema, es probable que algunos niños presionados para tener relaciones sexuales no las hayan informado o sólo las hayan incluido como actividad sexual voluntaria. De todos modos, concluyen, la encuesta realizada permite reconocer la necesidad de efectuar evaluaciones más estrictas de aquellos adolescentes que abusan de las drogas, tienen conductas sexuales de riesgo o ideas suicidas y presentan comportamientos agresivos.


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