El sexo, la enfermedad, la religión y la muerte han sido, como reflejo de lo universal, una fuente inagotable para la cultura y el arte en cualquier ámbito y cualquier rincón del planeta desde tiempos inmemoriales.

Con frecuencia, la sexualidad rige los cánones del universo personal y creativo del ser humano, lo que genera en el individuo una visión única y exclusiva de aquello que le rodea

Keith Haring es hijo de esta última condición. El artista estadounidense no sólo creó una iconografía propia y novedosa para representar su nada escondida homosexualidad, sino que además supo rebelarse contra los clichés artísticos, sociales y sexuales de su tiempo, lanzando mensajes corrosivos en sus ilustraciones.

El arte de Keith Haring. Iconografía sexual

Keith Haring murió de sida en 1990, pero su legado continúa hoy vigente y ello puede verse en la Fundación que lleva su nombre haring.com

El especial universo de Haring está representado por completo en su serie Blueprint Drawings, de 1990. A través de un lenguaje sencillo de símbolos e iconos, Haring muestra las imágenes más características de toda su obra en estas serigrafías.

El falo se convierte en icono divino y objeto de adoración, como el linga hindú; el culto al pene da lugar a una religión fanática. El instinto es la nueva fe de las masas histéricas que adoran al perro como portador de esta verdad absoluta. Pero también los apóstoles de la nueva religión sexual intervienen compartiendo el espacio.

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Así, descubrimos el mundo del más allá y de lo extraño en los ovnis o vemos la serpiente enroscada que trae la tentación a los fieles, que luchan y se mutilan unos a otros encarnando el calvario de la enfermedad, que organizan orgías y luego se derrumban o son torturados y crucificados. Hordas de onanistas extraterrestres apuntan al cielo con su falo erecto, como si de modernos Príapos se tratara, junto a una pirámide en la que se intuye la divinidad, siempre presente y ligada a lo más sagrado de la sexualidad.

La expresividad con la que Haring dota estas obras es el resultado de un arte popular que a primera vista podría parecer banal, pero que exige una lectura simbólica y concreta de las vivencias íntimas del artista y de su particular visión de las mismas. Una visión menos intelectual, pero mucho más explícita en su contenido sexual, es la que refleja la serie de grabados titulada Bad Boys, de 1986. El símbolo es sustituido por una pintura casi cinética, en la que se adivinan miembros viriles dispuestos para el supremo acto del amor, sin contemplación alguna.

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La obscenidad que irradian estos trabajos es el vehículo con el cual Haring se rebela contra una sociedad reaccionaria y retrógrada, a través de una actitud provocativa con la que busca, además de una llamada de atención al público, la libertad del artista homosexual. Sus temas son aún hoy de una actualidad significativa, lo que hace de la obra de este personal artista estadounidense un espejo en el que los nuevos tiempos de supuesta libertad sexual puedan verse reflejados.

Fundación Keith Haring: haring.com


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