La ninfomanía es lo que “la sociedad considera excesivo”, en palabras de Carlos Núñez, experto de Main Clinic. ¿Pero qué es excesivo? ¿Qué es mucho o poco y, sobre todo, qué es normal?– ¿Cuántas relaciones mantenéis al mes?- Le pregunta un sexólogo a una pareja.– Poquísimas… sólo tres.- Responde él.– Muchísimas… Tres.- Dice ella.

Si hablamos de ganas de sexo, hay muchas mujeres que lo sienten e incluso es un deseo violento y, menos mal, insaciable, es decir, no se apaga para siempre al primer “revolcón”.

Si hablamos de enfermos, la expresión correcta para las mujeres no es “ninfómana”, ni para los hombres “satiro” (que proviene de la enfermedad satiriasis) sino que, en ambos casos, se les debe denominar “adict@s al sexo”

Algunas asociaciones indican que afecta a un 6% de la población (hombres y mujeres), y expertos de la clínica Sierra Tucson (Arizona, EE.UU.), que trataron al primer adicto famoso, Michael Douglas, elevan la cifra a un 7-10%. En el centro Catalán de Tratamiento de Adicciones Sociales tratan a 50 personas al año con este problema.

En la asociación Adictos al Sexo y al Amor Anónimos recalcan que la sociedad no lo acepta como una adicción. “O es muy macho o una ninfómana guarra”, dice uno de sus miembros.

Adictos al sexo: problema psicológico, no sexual

“Se puede ser adicto al chocolate, a la comida, al tabaco, al alcohol… y al sexo. Es un problema psicológico, no un desorden sexual”, asegura Ana Márquez, de la Fundación Sexpol.

En 1860, el médico Isaac Baker Brown se hizo célebre y rico, al introducir una cirugía especialmente útil, según él, en casos de ninfomanía: la extirpación del clítoris. Durante mucho tiempo se pensó que el origen estaba en el tamaño de este órgano.

Hoy nadie duda de la necesidad de un psicólogo para su tratamiento, porque, como recalca Ana Márquez, el problema es psicológico, no sexual.

Algunos expertos aconsejan el apoyo de fármacos; para los hombres, bloqueadores de testosterona; para las mujeres, medicamentos antidepresivos. También hay quien aboga por la sobriedad sexual, salvo si se cuenta con pareja estable.


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