Un asunto que a veces sale a relucir entre aquellos que nos movemos entre la homosexualidad y la heterosexualidad es el de los follamigos. Se suele decir que es un tipo de relación que básicamente se da entre los gays y los heteros se lamentan de que esa figura no exista en su mundo, salvo en los contadísimos casos de mujeres muy (pero que muy) liberales.

Un servidor, que es bisexual, hasta hace poco tiempo pensaba también así: que pena que no existan las follamigas y que sólo en el mundo gay exista esa figura. Pero con el tiempo y la experiencia que he acumulado en mis relaciones (sexuales) con hombres he llegado a una conclusión: no existen los follamigos. Ni en las relaciones gay ni en las heterosexuales ni en ningún otro tipo de relación. NO existe.

¿Follaqué?

Uno de los rasgos distintivos de la relación de amistad respecto a una relación romántica es precisamente la ausencia de atracción y relaciones sexuales. Porque si no que alguien me explique que diferencia hay. A menos que tengamos una noción de la amistad bastante laxo y poco exigente. Se pueden tener polvos fijos con los que tengas una relación más o menos cordial, colegas con los que folles y luego te cuentes tus cosas. Llamémosles follacolegas o como queramos, pero follamigos no.

Que alguien me muestre una relación de amistad de las de verdad en la que haya sexo de forma habitual y yo le diré que una de las dos personas, si no los dos, sienten por el otro algo muy distinto a la amistad. Lo reconozca o no.


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