Aprende el secreto taoísta de la retención seminal

En una callejuela de Bombay, el individuo, un yogui alto, flaco, de aspecto miserable, extrajo su miembro viril de sus astrosos ropajes y lo introdujo en un vaso lleno de agua. Se concentró unos momentos y, para sorpresa de los pocos más de veinte espectadores que lo observaban, succionó con su pene toda el agua, dejando el vaso absolutamente vacío.

Hubo dos reacciones: la de los nativos del lugar, que después de ver la proeza se alejaron; y, las de los turistas, que no salían de su sorpresa y saludaban el acto con gritos de admiración.

Pocos de estos turistas se daban cuenta que presenciaban, antes que una exhibición circense, la palpable demostración de lo que es posible conseguir en materia de control corporal y, específicamente, de la energía sexual, base para una vida sexual más gratificante.

Siglos atrás, en China, los emperadores solían elegir a sus consejeros de entre quienes pudieran hacer la prueba del agua. Generalmente, el honor de la designación correspondía a los taoistas, porque ellos conocían el secreto del cultivo de la energía sexual masculina a través de la retención del semen y podían, por lo tanto, hacer el “milagro” del pene traga-aguas. Los taoístas, empero, no recomiendan el uso de esta técnica:

“La succión yoga de líquido por el miembro viril, que resulta de un vacío formado en la vejiga luego de diversos ejercicios, es una práctica peligrosa ya que los líquidos absorbidos, y en particular los de la vagina, pueden determinar severas infecciones.”

Se trata, por lo tanto, de un aspecto que sirve como ejemplo de lo que es esencial en el Amor Tao o, lo que es lo mismo, el Kung-Fú Sexual: la retención del semen en el acto sexual que permite la transformación de la energía en fuerza espiritual.

Brevemente, y siguiendo en parte a Mantak Chia, un maestro coreano que desde hace unos años se ha dedicado a divulgar el método en Occidente, el universo está cargado de varias clases de energía dinámica o “chi”. La energía sexual, “ching”, marca el paso del hombre por la tierra, en lo físico, en lo mental y en lo social. El semen es el gran almacén conservador de la energía sexual masculina. Desperdiciarlo en eyaculaciones sin sentido es negativo, por lo que se hace necesario su cultivo y retención.

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De acuerdo a los taoístas, en el momento de la mayor excitación sexual se expande energía hacia todos los sistemas orgánicos, situación que es drásticamente interrumpida por la descarga seminal. Al evitar que ella se produzca, la energía se canaliza en una órbita microcósmica favoreciendo el equilibrio orgánico, mejorando de manera sustantiva la calidad de la vida sexual y transformando la mera atracción sexual en amor.

El Tao no sugiere el celibato ni la abstinencia: propone combinar armoniosamente el chi, el ching y el shien, que es el espíritu, a la vez que balancear las infinitas potencialidades de lo masculino y lo femenino -el yin y el yang- presentes en los seres humanos. Además, la esencia yin, que se almacena en los ovarios de la mujer, se transmite al varón, creando el balance necesario entre dos fuerzas que son aparentemente antagónicas.

Lo que sí aseguran los taoístas es que el varón que sigue el método de la retención del semen rejuvenece y puede luchar con éxito contra dos flagelos que atentan contra su virilidad: la impotencia absoluta y la eyaculación precoz.

En el libro del emperador chino Tang se lee lo siguiente:

“Si un hombre tiene cópula una vez sin derramar su semen, su esencia vital se fortalece; si lo hace por segunda vez, su oído y su visión se aguzan; la tercera ocasión, sus males y enfermedades desaparecerán; la cuarta, comenzará a sentir auténtica paz interior: la quinta, experimentará un incremento notable de su circulación sanguínea: la sexta, su aparato genital le permitirá nuevas hazañas: la séptima, sus muslos y nalgas se endurecerán: la octava, todo su cuerpo irradiará buena salud; y, la novena, la duración de su vida se incrementará”.

Para que el método taoísta funcione, lo fundamental es evitar la descarga seminal en el coito. Al mismo tiempo, enseña a practicar algunos ejercicios previos con el objeto de fortalecer el complejo de músculos pélvicos y abrir los canales de la órbita microcósmica.

Estos ejercicios incluyen los llamados de respiración testicular, de compresión escrotal y de sellado voluntario de la descarga seminal y se realizan de pie, sentado y tendido yaciendo sobre el costado derecho (según se sienta mejor), con el estómago vacío, ropas sueltas y pleno relajamiento.

Con la respiración testicular se pretende que la energía sexual fría (yin), la energía de la esperma juvenil, se traslade desde la columna vertebral a la cabeza.

    • Aquí tú deberás empujar hacia arriba los testículos, acompasando los movimientos a los de tu respiración.
    • Inhala profundamente por la nariz y sube tus testículos.
    • Exhala el aire por la boca y bájalos.
    • Repite el procedimiento de tres a seis veces en estado de concentración.

Después de ejercitarte un par de semanas, verás como los testículos se mueven al ritmo de la respiración, a la vez que sentirás como la energía fría (yin) inicia su recorrido ascendente. Los ejercicios culminarán cuando notes cómo la energía llega a tu cabeza. En ese momento, conocerás el Néctar Dorado, un sabor como de champaña que tocará tu paladar y tu lengua y que refleja el punto de máxima irradiación de la energía fluyendo en la órbita microcósmica.

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Junto con la respiración testicular es conveniente el ejercicio de compresión escrotal que persigue acumular energía caliente en el escroto para dirigirla hacia los sistemas orgánicos situados arriba:

    • Sentado en una silla, con la bolsa escrotal colgando libre, aspira llevando el aire al plexo solar e imaginándolo como una pelota que puedes mover a voluntad dentro del cuerpo.
    • Bájala al ombligo, a la pelvis y a la bolsa escrotal; allí, comprime el aire dentro de la bolsa, apretando suavemente el escroto por unos cuarenta segundos.
    • Después, exhala el aire retenido.
    • Repite girando las caderas con los brazos levantados al nivel de los hombros. Con el tiempo, podrás hacer secuencias de compresión.
Practica estos dos ejercicios dos veces al día, quince minutos en la mañana y quince al atardecer.

Con los músculos pelvianos bien entrenados, dominando la respiración testicular y la compresión escrotal, estarás listo para intentar el sellado voluntario de la descarga seminal. Esto implica que tú, durante el coito, podrás controlar la eyaculación:

    • Solo o ayudado por tu pareja estimula al punto de la descarga.
    • Cuando te encuentres al borde de la eyaculación, detente y reinicia el ejercicio varias veces, hasta alcanzar el límite mismo de la eyaculación.

Respirando apropiadamente y manejando los conocimientos que has aprendido a través de los ejercicios, dominarás de modo paulatino el reflejo de la eyaculación y lograrás que la energía almacenada se dirija a tonificar todos tus sistemas. Más adelante verás como el control de la descarga cambia de característica: primero, será tu complejo muscular quien contribuirá a evitar la eyaculación; después tu mente automáticamente será quien dirija esa delicada operación.

Los chinos desde tiempos inmemoriales han utilizado el método de los tres dedos para el control externo de la descarga seminal.

Como dice el maestro Chia “El método envuelve esencialmente esto: varios segundos antes del momento de la eyaculación, presione el punto medio entre el ano y el escroto con los tres dedos más largos de la mano derecha”.

Aquí, lo más importante es localizar el punto que viene a ser la puerta de salida de los líquidos energéticos vitales. La presión a aplicar es firme, pero no violenta, y debe ejercerse necesariamente con los tres dedos, alrededor de siete segundos antes de la eyaculación.

El Tao recomienda que por las primeras cinco semanas, el método de los tres dedos se aplique sólo una vez cada dos o tres días. Si te sientes sediento después de practicarlo, toma agua.

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Después de utilizar esta técnica, y para reabsorber el fluido seminal, se sugiere igualmente masajear vigorosamente, con una tela de seda, en movimientos rotatorios, dos puntos de acupuntura: el Hui-Yin o perineo, localizado entre el escroto y el ano; el Chang-Chiang, que se sitúa entre el coxis y el ano.

A los tres meses, observarás con satisfacción que tu potencial sexual se ha incrementado, manifestándose en más frecuentes y prolongadas erecciones.

El método interno de bloqueo de la eyaculación requiere de una técnica más elaborada y es complementaria de la anterior.

Sus pasos son los siguientes:

    1. Iniciado el coito, controla tus movimientos, retrocediendo la trayectoria de la introducción cuando sientas venir la eyaculación y deteniendo del todo los embates sexuales, para reanudarlos luego.
    2. Inhala aire por la nariz, contrayendo tus músculos con fuerza, repitiendo nueve veces el ejercicio.
    3. Oprime fuertemente las nalgas.
    4. Aprieta los dientes, manteniendo la lengua contra el paladar.
    5. Impulsa la ola de energía de los genitales a la cabeza.
    6. Si sientes que pierdes la erección, reinicia los movimientos copulatorios suavemente.

En virtud de este movimiento, podrás ascender los siete peldaños que llevan al cultivo de la energía sexual y te encontrarás en condiciones de transformar tu energía sexual en poder cósmico.

Estos siete peldaños consideran el control físico de la pérdida del semen y el control físico y mental de la eyaculación, además que las demás fases a que te llevará su preparación; el control mental del deseo sexual y el orgasmo; el intercambio de energía sin tener cópula, una vida plena que con sexo, irá más allá del sexo; la transformación de las energías espirituales por encima del marco mente-cuerpo y, finalmente, la unión del hombre y del Tao que es lo que los taoístas denominan inmortalidad.

Entre tanto, y mientras avanzas por el camino de la perfección espiritual, habrás ganado otra sexualidad: una sexualidad rica, diferente, única en su calidad de sensaciones.

Porque el premio a la perseverancia de ese duro entrenamiento, a que obliga el Kung Fú Sexual, es el Orgasmo Integral, una manera de obtener el clímax que no se parece en nada a lo que has conocido hasta la fecha y en la que los incrementos graduales de la estimulación carecen del violento, placentero y angustioso remate de una eyaculación o dulce muerte, sino por el contrario, que avanzan al éxtasis por interminables planicies de gozo, subiendo siempre a otras cada vez más altas, cada vez más satisfactorias y plenas, en un círculo eterno y maravilloso.

Si estás convencido, nada pierdes con experimentar.


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