Mi primera vez, me dijo que yo era pasivo

Nos conocimos un año antes en una web de contactos llamada Mensual, ya desaparecida. Por azares de la vida y después de un montón de tiempo chateando no conseguimos quedar y perdimos el contacto.

Pero ese día al conectarme a messenger él estaba ahí, así que decidí que esta vez no se me escapaba. Era algo más joven que yo, pelo rapado y un cuerpo fibrado y magníficamente proporcionado. Y yo por un cuerpo fibrado “pierdo el sentío” como dicen los andaluces. Me dijo que era pasivo. Eso dijo…

El caso es que al final quedamos en su casa. Me recibió en albornoz, a puntito de meterse en la ducha. Sólo de verle así ya se me puso dura. Me invitó a esperarle en su habitación mientras terminaba de asearse. Y allí me quedé unos escasos quince minutos que se me hicieron eternos. Pero al fin apareció, se quitó el albornoz y empezó a besarme mientras me quitaba la ropa. Besaba bien, muy bien. Y me encantan los tíos que saben besar y disfrutan con ello, aunque sólo se busque sexo. El caso es que no se cómo lo hizo pero al rato me tenía en la cama, sentado sobre su enorme verga, ensartándome con ella, muy lentamente, con mucho cuidado, mientras entre jadeos le llamaba cabrón mentiroso… y esa fue mi primera vez como pasivo.

Relato erótico - "Mi primera vez, me dijo que yo era pasivo"

Unos días más tarde, tras comentarle la jugada a un follamigo con el que de vez en cuando tengo algunas sesiones muy excitantes en la trastienda de su pequeño negocio, éste me contestaba con cara de asco que mejor no siguiera contándole, porque imaginándome recibiendo polla perdía todo atractivo para él…

No es nada extraño ver estos prejuicios en el mundo gay: “Yo no la chupo”, “pasiva de mierda”, “¿beso negro? ¡que asco!”. Recuerdo una charla tranquila post-sexo, de esas que me encantan, con mi amigo J., un tipo encantador con el que nunca lamentaré lo suficiente haber perdido el contacto. Después de un delicioso rato en que nos follamos mutuamente por primera vez, ya que antes sólo nos habíamos limitado a besos, mamadas, sobes y comidas de culo, le comentaba mi extrañeza ante el hecho de que se hubiera dejado penetrar, porque yo siempre había pensado que era sólo activo, y por ello nunca lo había intentado. Su respuesta fue clara, tranquila, como lo es él: a mi me gusta todo lo que de gustito. Me cuentan también que mi amigo A., harto de las bromitas relativas a su calidad de pasivo, saltó a voz en grito en mitad de su centro de trabajo: ¡¡sí, me gusta que me den por culo, qué pasa!!.

Y es que es un error, siempre desde mi humilde punto de vista, claro, el autoprivarse de un placer llevado exclusivamente por prejuicios que ya no es que sean éticos, sino sencillamente machistas y en el fondo homofóbicos. Y ser LGTB y homófobo es ser tan gilipollas como ser negro y racista.

Anónimo



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