“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo.”

Woody Allen

Nunca he tenido una relación positiva con el sexo. Descubrí la masturbación de muy pequeño, cuando tenía entre 7 y 8 años. Utilizaba esta como una manera para evadirme del sentimiento de tristeza y abandono que sentía en mi casa.

Veía películas, libros incluso en la televisión.

Nunca tuve tampoco un ejemplo a seguir sano respecto a la sexualidad. Puesto que mis padres apenas ni se tocaban.

Tampoco tuvieron nunca una charla conmigo sobre sexo, así que todo lo que descubrí tuve que hacerlo por mi cuenta viendo películas y buscando información. Con el paso de los años cada vez pasaba más tiempo consumiendo pornografía, hasta llegar al punto, en que ya no sentía excitación al estar con otras personas.

Me encontraba muy perdido. Llegué a dudar de quién era y de mi orientación sexual. Me masturbaba constantemente para evadirme y para recrear en mi imaginación situaciones de éxito que no tenía en la vida real.

Tenía muchas ganas de sentir que alguien me quería, sin embargo, yo no estaba dispuesto a dejar entrar a nadie. Al cabo de un tiempo y tras un intento fallido de relación de pareja, me acabe dando cuenta que lo que me ocurría no era simplemente que me gustase mucho el sexo, si no que tenía un problema.

1. La adicción al sexo es algo más querer tener sexo todo el rato

Algunas personas piensan que el adicto al sexo lo es por qué piensa todo el rato en sexo, pero esto no es exactamente así. Mi paciente no pensaba en sexo desde el deseo, sino que sentía una necesidad urgente de tener relaciones sexuales o masturbarse para sentirse bien consigo mismo.

El hecho de que una persona sea muy activa sexualmente, tampoco es una adicción al sexo. Aquí la cuestión es, ¿con qué fin se persigue el encuentro sexual?

2. La adicción al sexo no es un problema menor

Es común, que cuando se hable adicción al sexo, se haga en tono jocoso. Sin embargo, es una adicción que genera tanto sufrimiento o más como cualquier otra. La persona sufre abstinencia y se siente vacía si no tiene relaciones sexuales. Además, el estigma asociado la persona con adicción al sexo es brutal.

La adicción al sexo es una de las adicciones más complicada de superar puesto que el estímulo disparador del “consumo”, se lleva incorporado de manera constante.

Es decir, cualquier adicción conlleva un sacrificio mental y emocional para ser superada. Por ejemplo, si tengo una adicción a la cocaína, será más sencillo superarla si no frecuento lugares donde se pasa o simplemente, no tengo. Sin embargo, en la adicción al sexo la oportunidad llevar a cabo la conducta adictiva es constante.

3. Las personas adictas al sexo no quieren sexo todo el rato

Es habitual pensar que la persona adicta al sexo es como un saco sin fondo, insaciable y que siempre quiere sexo. Esto, no es así. La persona con adicción al sexo busca el sexo como una manera de compensar un vacío interno. De hecho, en muchas ocasiones, se mantienen relaciones sexuales o masturbación, sin deseo.

4. Ser adicto al sexo no significa ser un depravado o depravada

Si eres hombre y adicto al sexo, en muchos casos se normaliza: “si eres hombre, lo normal es ser adicto al sexo”. Aunque no siempre es así, también se percibe al varón adicto al sexo cómo alguien extraño, fracasado o desesperado.

En el caso de la mujer, el estigma es aún mayor. Ya que la línea de pensamiento es que la mujer adicta al sexo es simplemente una guarra. Estos estigmas generan gran sufrimiento a las personas que los parecen y acaban por construir un sentimiento de identidad.

5. El objetivo no es dejar de tener sexo

El objetivo es curar aquello que nos lleva a consumir sexo para lo que no es. Volver a tener una relación natural con el sexo, lo cual llevará un tiempo, ya que el cuerpo y la mente necesitan volver a sensibilizarse al estímulo.

El objetivo no es la sobriedad.

Mensaje final

Si tu caso, es el de una persona que está en fase de recuperación o buscando soluciones para ello, me gustaría decirte que no tienes porqué sentir vergüenza por lo que te pasa. No dice nada malo de ti, simplemente, es la manera en que aprendiste a soportar tu vacío.

La sexualidad no es mala, ni nunca lo será, siempre que sea consentida. El problema de la adicción, no es que estés teniendo sexo, es el sufrimiento. De hecho, uno de los objetivos es que vuelvas a disfrutar del sexo con satisfacción plenitud.


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