¿Se trata de un problema psicológico o físico?

La eyaculación precoz es un trastorno sexual muy frecuente y en su mayor parte de origen psicológico que hace naufragar muchas parejas bajo las sábanas.

Los dos motivos más importantes y frecuentes de fracaso sexual son la ausencia de erección y la eyaculación precoz. Ésta última salta al candelero hace unas cuantas décadas, cuando por fin se produce el acceso de la mujer a la sexualidad en igualdad de condiciones.

Es entonces cuando los varones y la comunidad científica empiezan a contemplarla como problema y toman cartas en el asunto.

Hay hombres que por un simple estímulo psíquico o por efecto de las caricias eyaculan antes de la unión efectiva de los órganos genitales.

Algunos médicos califican de precoz la eyaculación del que es incapaz de esperar a que la compañera alcance el orgasmo.

Algunos autores lo achacan a situaciones traumáticas experimentadas en los primeros contactos; los psicoanalistas afirman que en lo más profundo del inconsciente masculino que lo sufre se oculta un misógino que desea privar del placer a la mujer; otros autores insisten en las angustias vitales y los temores no superados desde la más tierna infancia.

A grandes rasgos se puede decir que algo no va bien cuando la eyaculación tiene lugar más de una vez de cada dos antes del orgasmo femenino. También se considera prematura cuando tiene lugar sin que el interesado lo desee a causa de la ausencia persistente de un control voluntario razonable de la eyaculación y del orgasmo durante el acto sexual.

Para los más pesimistas, el 55% de los varones son eyaculadores precoces, pero para otros autores, tan sólo afectaría al 20% de la población masculina. Por otro lado hay que distinguir dos tipos de eyaculación precoz: la que es una realidad constante y que hunde sus raíces en la personalidad o la fisiología del varón y la que hace acto de presencia en determinadas etapas de la vida ante circunstancias vitales especiales. Ésta última resulta mucho más fácil de atajar.

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¿Psicológica o física?

La rapidez eyaculatoria que padecen muchos hombres no responde en general a una sola causa, aunque las relaciones esporádicas y la actitud de la mujer juegan una baza muy importante.

Si la pareja aún no es estable, la ansiedad que acompaña a cada nuevo encuentro suele generar este problema, que desaparecerá cuando las relaciones sexuales alcanzan o superan una regularidad de tres coitos por semana.

El comportamiento femenino también es un factor perturbador de primer orden para el hombre no demasiado seguro de sí. La eyaculación depende del sistema simpático y los individuos nerviosos, angustiados o inestables suelen tenerle hiperactivo.

Esta circunstancia atrapa al hombre en un círculo vicioso que cuesta romper y que deja insatisfechos y frustrados a los dos miembros de la pareja. La eyaculación prematura genera en el hombre un estado de ansiedad, angustia y estrés, que a su vez estimulan el sistema nervioso simpático y aceleran a ojos vista la eyaculación.

Aunque algunos especialistas se muestran muy escépticos, se barajan dos causas orgánicas que pueden motivar esta precipitada conducta de las partes nobles masculinas. Está demostrado que la inflamación de la uretra precipita la eyaculación y su tratamiento suele ser muy beneficioso a la hora de sujetar los caballos.

La presencia de un frenillo excesivo en el prepucio también suele acarrear problemas. Esta anomalía hace que el pene se combe al alcanzar la erección, con lo que el glande roza de una forma más directa las paredes de la vagina y provoca un estímulo erótico incontenible. Una sencilla intervención para reducir el frenillo puede que resuelva el frustrante trastorno.


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