En los últimos años hemos visto un gran auge de libros, revistas y materiales informativos diversos y variados sobre las cuestiones sexuales.

Sin embargo hay pocas aportaciones mínimamente serias y rigurosas dentro de ese seudo mundo informativo, que en muchos casos, no han hecho más que aumentar la confusión y, en otras personas, potenciar la angustia que ha producido la ignorancia sexual durante décadas.

Se ha pensado que hay un gran hueco por cubrir dentro de la educación sexual. Si se nos apura, habría que decir que en algunos países está casi todo por hacer.

La propuesta de nuestra aportación es un cambio de actitud. Una invitación a la reflexión y a la toma de decisiones y esta solo sera viable siempre y cuando tengamos los medios informativos adecuados para ello, Buscando información lo más veraz y confiable con nuestros padres y los educadores.

¿Es necesaria la educación sexual?

Si fuéramos por la calle, micrófono en mano, preguntando a las personas que piensan acerca de la educación sexual, seguramente nos llevaríamos algunas sorpresas al analizar las respuestas.

Tal vez la primera sorpresa sería, que la mayoría de estas personas nos contestaría que la educación sexual es muy importante y necesaria. La segunda sorpresa podría ser, que una gran parte de ellas nos dirían que no suelen hablar con sus hijos/as de cuestiones sexuales de la misma manera con que hablan de otros temas.

La tercera sorpresa es que nos justificarían esta situación con argumentos del tipo: “No se como hacerlo”, “No estoy preparado/a”, “Me da una vergüenza horrorosa”, “Me pongo nervioso/a” ” No quiere hablar conmigo”… y otras similares.

La cuarta sorpresa, por señalar otra más, podría ser que la gran mayoría nos afirma rotundamente: “No obstante no quiero que mis hijos/as sean educados como yo lo fui” o “No queremos que a ellos/as les pase lo que a nosotros nos pasó”.

Educación sexual ¿Para qué?

¿Cómo podemos entender estas contradicciones y ambigüedades?

La respuesta es sumamente difícil y compleja pero, a nuestro juicio, esas sorpresas son una realidad perfectamente constatable.

Para empezar hemos de partir de algo que todos sabemos: la sexualidad, el sexo, las cuestiones sexuales, han tenido un inadecuado tratamiento y escasa atención a lo largo de la historia. Esto del sexo, no ha estado muy bien visto en la historia reciente. Baste recordar la historia personal de cada uno para darnos cuenta de que las cosas no fueron muy satisfactorias.

Afortunadamente desde hace ya muchos años se están observando cambios importantes en este terreno. El arraigo de la Sexología como ciencia del hecho sexual humano, está dado paso a enfoques y trabajos profesionales y rigurosos, dejando a un lado miedos infundados. Es una perspectiva más humana y real. Bien es verdad que el proceso ha costado lo suyo, pero cada vez más se observan modificaciones. Lógicamente ha habido que cambiar actitudes y creencias, métodos y criterios educativos. Hábitos mantenidos e impuestos durante siglos.

La sexualidad es entendida como una dimensión global que afecta por entero a la totalidad de la persona. La sexualidad existe desde el nacimiento y está implicada activamente en el desarrollo, evolución, equilibrio emocional de la persona y en su estabilidad afectiva. En las relaciones interpersonales, en las parejas y matrimonios tiene una gran importancia. Por tanto separar la sexualidad del resto de la personalidad, supone escindir a la persona de su realidad concreta y vivencial.

Hasta hace pocos años la sexualidad era abordada únicamente como algo que servía para reproducir la especie, sobre todo en las mujeres. Los hombre podrían tener una consideración distinta, así como una conducta de mayor permisividad Esta doble moral es uno de los resultados de la educación sexual realizada durante siglos.

Sin embargo en la actualidad una nueva concepción de la educación sexual y afectiva va extendiéndose poco a poco hacia una mayor normalidad. Las graves consecuencias que comporta una mala información sexual y las actitudes sexonegativas, por ejemplo como ocurrió en el caso del SIDA, están haciendo que ese proceso se acelere. En otros países ese proceso se dio, de tal manera que, más que de prevención, se comenzó a hablar de promoción de la salud sexual.

La educación sexual, además de prevenir diversos problemas puede ser una forma útil y eficaz de promover una mejor salud y de mayor calidad. En nuestro país, muchos colectivos de enseñantes y sanitarios todavía siguen discutiendo y polemizando acerca de la conveniencia o no de la educación sexual. Nosotros estamos convencidos de que dirimir esa cuestión a estas alturas es una tarea condenada al fracaso.


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