“Nuestras escuelas enseñan solo los principios más básicos de la reproducción humana: nombrar e identificar los órganos sexuales y una explicación simple de cómo el espermatozoide fertiliza al óvulo. Si las matemáticas se enseñaran de la misma manera superficial que la sexualidad humana, cuando los niños aprendieran a contar serían considerados maestros en la materia.”

BOB SMITH

Ni aprenden solos ni se lo enseñan en la escuela, al menos no en todos los casos. La educación sexual es tarea de educadores pero, sobre todo, de los padres. Aunque nos parezca difícil o nos de cierto pudor, los cierto es que parece comprobado que los adolescentes que reciben información de sus padres viven su sexualidad de una forma más madura.

Con el despertar de la sexualidad surgen una serie de preguntas especificas relacionadas con esa nueva realidad. Las más frecuentes tienen que ver con la masturbación y con todo lo relacionado con el coito y el orgasmo. El problema es que estas dudas no siempre se plantean a los padres y las respuestas se toman de múltiples fuentes, a veces poco contrastadas.

Todos los expertos coinciden en que no es bueno que los padres esquiven hablar de sexualidad con sus hijos adolescentes. Las actitudes erotofóbicas (rechazo de los impulsos sexuales) serán contraproducentes sobre todo si tenemos en cuenta que nuestra sociedad instrumentaliza el sexo para fines muy diversos, casi siempre comerciales. El choque entre lo que reciben en su familia y lo que se encuentra en la sociedad puede llegar a ser tan fuerte que los confunde enormemente.

¿Con quien hablan?

La mayoría de los adolescentes están informados, pero las fuentes que utilizan no suelen ser las más adecuadas. En general, su principal “enciclopedia sexual” es internet y, a pesar de lo que pudiera parecer, las chicas hablan mucho más de sexo que los chicos y, según las encuestas, están mejor informadas que ellos.

La información que les dan los padres o los educadores no “les entra por un oído y les sale por el otro”; todo lo contrario. Se ha comprobado que los adolescentes que han recibido educación sexual tienden a retrasar el inicio de las relaciones entre 6 y 12 meses, y cuando se inician, lo hacen de manera más responsable.

Hablando con ellos se evita que vivan su sexualidad con angustia o con la idea de que todo lo que está relacionado con el sexo es potencialmente peligroso.

La comunicación con tus hijos: ¿Cómo hablarles de sexo?

La educación sexual debe adecuarse a cada edad desde la infancia. Es un error muy común pensar que sólo lo necesitan los adolescentes. En cada momento del desarrollo los temas a tratar serán diferentes. Mientras que son niños se centrarán en los aspectos relacionados con el origen de los bebés; en la pubertad, con los cambios corporales y en la adolescencia con los sentimientos, métodos anticonceptivos o salud sexual.

Los expertos coinciden en que lo que más interesa a los adolescentes es conocer el punto de vista de los padres, no tanto una serie de cuestiones puramente técnicas que, quizá, muchos adultos no sabrían contestar. Necesitan saber cuáles son los límites, qué pensamos o cuál ha sido nuestra experiencia. Ahora bien, hay que tener claro que la intimidad de los padres como pareja pertenece exclusivamente a ellos y no hay por qué contarlo todo. Siempre se pueden compartir aspectos generales de la relación.

En general, debe dominar la naturalidad y el “instinto de los padres”. Es decir, tal vez no sea conveniente sentar a un chico de 16 años en el sillón y obligarle a escuchar una charla sobre sexo. A lo mejor, la conversación surge de manera espontánea o, con hechos en lugar de con palabras. Por ejemplo, si sospechamos que nuestro hijo sale con alguna chica quizá una buena manera de iniciar la conversación es facilitándole una caja de preservativos.

Lo importante es situar la sexualidad en su lugar adecuado:

  • No hay que banalizarla o trivializarla.
  • Es importante incluirla dentro del contexto general de la afectividad y las relaciones personales.
  • No hay que reducirla a un mero contexto biológico ni a una simple enumeración de métodos anticonceptivos, sería parcelar demasiado una realidad mucho más amplia.

Los adolescentes sienten gran curiosidad sobre las sensaciones y características físicas que se producen en el coito. Conviene informarles que las chicas, normalmente, no tienen un orgasmo durante las primeras relaciones y que, probablemente, sea más fácil que lo tengan con la masturbación y no durante el coito. Y que también es muy común que el orgasmo de la pareja no sea simultáneo

Durante las primeras experiencias suelen surgir diversos problemas:

  • La eyaculación precoz, ya que los muchachos más nerviosos puede eyacular a los pocos segundos de que se inicie el coito.
  • Las chicas pueden tener problemas al excitarse sexualmente, lo que provoca que las relaciones sexuales sean incómodas o, incluso, dolorosas al no obtener una secreción vaginal suficiente.

Todos estas inquietudes suelen sufrirlas en silencio. Hablar con los padres y, en el caso de que se observe algún problema más grave, con un profesional sanitario, suele ser suficiente para terminar con todos estos problemas.


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